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El lunes pasado Taylor Swift se coronó como la ganadora absoluta de los premios Grammy, y por más que le cueste a muchos, la verdad es que se lo merecía. La razón es simple: ella, a diferencia de muchos artistas, varones y mujeres, se esfuerza al máximo con tal de proveer de una historia digna de ser apreciada a cada una de sus canciones, demostraciones en vivo y ni qué decir de sus impresionantes vídeos, hecho que demuestra el inmenso amor que siente la cantante por lo que hace.

Si bien es cierto, su música podría sonar un par de veces mejor -algo fácil de hacer en base a sonidos y arreglos más preparados-, vale decir que su trabajo en "1989" -el centro único de la controversia- no roza en lo absoluto con lo mediocre. Claro está que Taylor, en la actualidad, no podría competir artísticamente contra una Björk, puesto que esta última es una completa genia en lo que hace, pero no dudamos que en el futuro lo podrá hacer, por el momento resulta evidente que ella solo quiere concentrarse en el pop ultracomercial, así que solo hay que dejarla ser. Ya le tocará el turno de hacer algo más "maduro", y pues, años y experiencia tampoco es que le vayan a faltar.